Qué es la salud mental, factores y cómo mejorarla

que es salud mental

¿Qué es la salud mental?

La salud mental es un aspecto fundamental de nuestro bienestar general, pero ¿Qué implica realmente tener una buena salud mental?

En este artículo, exploraremos en profundidad qué es exactamente la salud mental, cómo puede influir en nosotros a lo largo de las diferentes etapas de la vida y qué factores influyen sobre ella. Además, expondremos hábitos y prácticas que pueden mejorar significativamente nuestra salud mental y fortalecer nuestra resiliencia ante los desafíos cotidianos.

También analizaremos la dinámica de la salud mental en el contexto de las relaciones interpersonales, ya sea en pareja o en la familia. ¿Cómo podemos criar con salud mental y fomentar un entorno emocionalmente seguro para nuestros seres queridos? ¿Cuáles son las estrategias efectivas para la prevención y el manejo de los trastornos mentales?

A lo largo de este viaje, exploraremos herramientas de evaluación, desafiaremos el estigma que rodea a la patología mental y examinaremos cómo el género y las interpretaciones culturales influyen en nuestra comprensión y experiencia de este constructo tan complejo.

Salud mental: qué es

El concepto de salud mental ha recibido diferentes definiciones en función del autor y de los aspectos que se tienen en cuenta.

Por ejemplo, para el psicólogo humanista Abraham Maslow (1943) la salud mental estaría relacionada con el estado en el que una persona experimenta un equilibrio satisfactorio entre tener cubiertas las necesidades humanas más básicas fisiológicas y de seguridad y el continuo crecimiento y desarrollo personal hacia la autorrealización.

Otro psicólogo humanista, Carl Rogers (1959), ofrecería una definición de la salud mental centrada en la congruencia entre el “yo real”, es decir, la percepción precisa y aceptación de uno mismo, y el “yo ideal”, la versión de uno mismo a la que se aspira ser.

Por su parte, Martin Seligman (2000), figura más contemporánea y padre de la psicología positiva, ofrece una definición de salud mental centrada en el concepto de «flourishing» o florecimiento, que implica vivir una vida plena y satisfactoria, en la que se experimentan emociones positivas, se desarrollan fortalezas personales y se encuentra significado y propósito a la vida.

En definitiva, la salud mental podría entenderse como el estado psicológico y emocional de una persona en las diferentes áreas de su vida. De esta forma, tener una buena salud mental implicaría un equilibrio entre diferentes elementos:

  • Disfrutar de una percepción positiva de uno mismo y de los demás.
  • Tener herramientas para manejar las adversidades o desafíos cotidianos.
  • Ser capaz de establecer relaciones interpersonales satisfactorias.
  • Tener habilidades para la gestión emocional.

Concepto según la OMS

La Organización Mundial de la Salud define la salud mental como «un estado de bienestar en el cual cada individuo desarrolla su potencial, puede afrontar las tensiones de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y puede aportar algo a su comunidad». 

Esta definición no solo incluye la ausencia de patología mental, sino que también enfatiza el equilibrio entre el bienestar emocional, la capacidad de manejar el estrés y adaptarse a diferentes situaciones y la contribución productiva a la sociedad. Esto sugiere que el enfoque en salud mental no debería limitarse únicamente a la intervención clínica, sino que también debería incluir estrategias de prevención y promoción del bienestar emocional y social.

Psicología y Salud Mental

La salud mental es compañera de viaje a lo largo de toda la vida. Nos atraviesa en cada etapa e influye en cómo vivimos nuestras emociones, pensamientos y comportamientos.

En este apartado, exploraremos cómo la atención psicológica se adapta y evoluciona a lo largo de las diferentes etapas de la vida y profundizaremos en los objetivos de trabajo específicos en cada una de ellas, destacando la importancia de comprender y abordar las necesidades y desafíos distintivos propios del momento vital en el que nos encontramos. Principio del formulario

Salud Mental Infantil

La infancia es una etapa de aprendizajes y descubrimientos fundamentales para el correcto desarrollo socioemocional. Desde la edad temprana, los niños son capaces de experimentar una amplia gama de emociones y enfrentan multitud de desafíos que pueden impactar sobre su salud mental. Es de vital importancia que en este periodo existan unas figuras de referencia que puedan dar el apoyo necesario para que los niños vayan adquiriendo habilidades de afrontamiento y autorregulación.

Algunos de los factores de riesgo más comunes para la salud mental en la infancia incluyen: la predisposición genética, la vivencia de experiencias tempranas traumatizantes, problemas familiares y factores socioculturales.

Algunos de los problemas más frecuentes que pueden aparecer en la infancia son los siguientes: trastornos del neurodesarrollo, problemas de conducta y/o autorregulación, dificultades de aprendizaje, ansiedad y miedos, depresión y tristeza, dificultades en las relaciones sociales, trastornos del sueño y problemas de adaptación.

La detección temprana de problemas de salud mental en la infancia previene la progresión de problemas de salud mental y la oportunidad de intervenir antes de que estos se agraven, reduciendo así el sufrimiento tanto emocional como físico de niños y familias.  

Los niños, además, no son siempre capaces de expresar sus emociones de la forma en la que los adultos lo hacemos, por lo que es fundamental prestar atención a posibles signos o síntomas que puedan indicar que exista algún problema en este sentido.

Por otro lado, como factores protectores mitigadores de posibles efectos negativos sobre la salud mental infantil estarían: un ambiente familiar sólido y afectuoso, existencia de apoyo social, la disponibilidad de servicios de salud mental accesibles, un ambiente escolar seguro y positivo, el desarrollo de habilidades de afrontamiento y la participación en actividades recreativas.

Promover la salud mental infantil implica crear entornos seguros y comprensivos donde los niños se sientan escuchados y apoyados. Esto puede incluir el acceso a servicios de salud mental, la educación sobre emociones y habilidades sociales, así como la reducción del estigma asociado con los trastornos mentales.

Salud Mental en Adolescentes

La adolescencia es una etapa de transición crucial en la vida de una persona. Es una época de rápido desarrollo cognitivo y emocional y de muchos cambios que pueden generar gran variedad de conflictos.

Los factores que influyen sobre la salud mental en la adolescencia son diversos y complejos. Como factores de riesgo podríamos destacar: la existencia de antecedentes familiares de trastornos mentales, la vivencia de experiencias traumáticas, una excesiva presión académica, existencia de problemas de convivencia en la familia, el abuso de sustancias y la influencia y presión que ejerce el grupo.

Durante este período, los adolescentes se enfrentan a cuestiones de identidad, pertenencia y autoimagen. La presión por encajar en los grupos sociales, las comparaciones con otros y las dudas sobre quiénes son pueden tener un impacto significativo en su autoestima. Además, a medida que avanzan en su educación, las demandas académicas aumentan y las expectativas generadas sobre su futuro pueden generar estrés y ansiedad. Una salud mental positiva puede proporcionar las herramientas para manejar la presión, establecer metas realistas y desarrollar habilidades de afrontamiento efectivas.

Algunos de los desafíos más comunes que pueden afectar a la salud mental de los adolescentes incluyen: depresión, ansiedad, estrés, problemas con la autoestima y autoimagen, presión académica, problemas a nivel relacional, dificultades para asumir ciertos cambios o transiciones y/o trastornos de la alimentación.

Como factores protectores de la salud mental en la adolescencia incluiríamos: la existencia de relaciones familiares positivas, el apoyo social, la participación en actividades recreativas, el acceso a servicios de salud mental, el desarrollo de unas habilidades de afrontamiento saludables y el fomento de una autoestima positiva. 

Salud Mental en Adultos

La salud mental en la edad adulta es un aspecto fundamental del bienestar integral de una persona. Conforme entramos en la edad adulta van apareciendo nuevos desafíos y experiencias que pueden desestabilizarnos.

Los factores que influyen en la salud mental de los adultos son igualmente diversos. Como factores de riesgo encontraríamos: la predisposición genética, altos niveles de estrés en el entorno laboral, la inestabilidad económica, la vivencia de eventos traumáticos, la existencia de problemas de salud física y el abuso de sustancias.

Algunas de las dificultades que pueden aparecer en la edad adulta en lo referente a la salud mental son: depresión, ansiedad, estrés crónico, problemas relacionales, trauma, duelo, trastornos de la alimentación, trastornos del sueño, crisis vitales, dificultades en la gestión emocional, problemas de autoestima y autoimagen, problemas sexuales o estrés laboral.

En lo que se refiere a factores protectores de la salud mental adulta incluiríamos: la existencia de una red de apoyo social sólida, el apoyo marital o de pareja, un estilo de vida saludable, el acceso a servicios de salud mental, unas habilidades de afrontamiento efectivas, la confianza en las propias habilidades y la existencia de un propósito y dirección en la vida.

Salud Mental Materna y Perinatal

Existe una clara evidencia de morbilidad psicológica asociada al nacimiento de un hijo. En el caso de las mujeres, hasta un 30% de las madres padecen sintomatología depresiva en esta etapa y el postparto es el momento vital de mayor riesgo de sufrir un trastorno depresivo mayor. 

La maternidad es un acontecimiento donde están implicados aspectos no solamente biológicos, sino también sociales y psicológicos que pueden influir profundamente en la salud mental de la madre y, por extensión, en la salud del bebé y en la dinámica familiar.

Los factores de riesgo asociados con la salud mental materna y perinatal son diversos y multifacéticos. Entre ellos se incluyen: antecedentes de trastornos psiquiátricos previos, bajo nivel económico, falta de apoyo social, experiencias traumáticas pasadas, complicaciones obstétricas y cambios hormonales significativos durante el embarazo y el postparto.

Algunos de los problemas más frecuentes que pueden aparecer en esta etapa son los siguientes: tristeza o depresión postparto, ansiedad en el embarazo y posparto, trastorno de estrés postraumático por situaciones ocurridas en el periodo perinatal, psicosis puerperal o duelo perinatal por alguna pérdida.

Y si hablamos de salud mental perinatal no podemos olvidarnos de la salud mental del bebé recién nacido o que está por nacer. El bebé humano nace con mucha prematuridad y absoluta dependencia de la figura adulta para garantizar su supervivencia. Los recién nacidos necesitan un sostén continuo, fiable y que se ajuste a sus necesidades en cada momento para desarrollar un psiquismo saludable.

Como factores protectores en salud mental materna y perinatal podríamos destacar: la existencia de apoyo social y familiar, el acceso a cuidados prenatales de calidad, la participación en grupos de apoyo y el autocuidado y gestión del estrés durante el embarazo y en el postparto.

Salud Mental en la Vejez

A medida que las personas envejecen, enfrentan una serie de desafíos que pueden influir en su salud mental y emocional. Entre los factores de riesgo más comunes se encuentran: el aislamiento social, la pérdida de seres queridos, los cambios físicos y cognitivos, así como la presencia de enfermedades crónicas.

El aislamiento social es uno de los principales desafíos que enfrentan las personas mayores y puede tener un impacto significativo en su salud mental. La falta de interacción social puede conducir a sentimientos de soledad, depresión y ansiedad, lo que puede aumentar el riesgo de desarrollar trastornos mentales.

Además, los cambios físicos y cognitivos asociados con el envejecimiento, como la disminución de la movilidad, la pérdida de memoria y la disminución de la función cognitiva, pueden afectar la autoestima y la calidad de vida. Estos cambios pueden generar frustración, estrés y ansiedad, especialmente si interfieren con la capacidad de realizar actividades cotidianas y mantener la independencia.

Entre los problemas de salud mental más frecuentes en la vejez se encuentran: la depresión, la ansiedad, la demencia y el deterioro cognitivo leve. Es importante reconocer que la salud mental en la vejez es igual de importante que en cualquier otra etapa de la vida y que los adultos mayores merecen recibir el apoyo y la atención adecuados para mantener su bienestar emocional y psicológico.

Algunos de los factores protectores de la salud mental en esta etapa incluyen: la existencia de apoyo social, la participación en actividades significativas, el acceso a servicios de salud mental, el autocuidado y estilo de vida saludable y el fomento de la autonomía e independencia.

Para abordar estos desafíos, es fundamental promover la inclusión social, fomentar la participación de los mayores en actividades significativas y proporcionar acceso a servicios de salud mental adaptados a sus necesidades específicas.

Factores que Afectan la Salud Mental

Los factores que influyen sobre la salud mental son complejos y multifacéticos, y abarcan tanto aspectos internos como externos del individuo. A continuación, exploraremos algunos de los factores más significativos:

  • Factores biológicos: la genética y la biología juegan un papel importante en la salud mental. La existencia de antecedentes familiares o predisposición genética puede aumentar el riesgo de desarrollar problemas similares, mientras que desequilibrios bioquímicos en el cerebro pueden contribuir al desarrollo de problemas como la depresión o la ansiedad.
  • Factores de estilo de vida: los hábitos de vida, como la dieta, el ejercicio, el sueño o el consumo de sustancias, pueden influir en nuestra salud mental. Un estilo de vida saludable que incluya una dieta equilibrada, actividad física regular y suficiente descanso puede contribuir a una mejor salud mental, mientras que el abuso de sustancias como el alcohol o las drogas puede tener un impacto negativo.
  • Factores ambientales: el entorno en el que una persona vive y trabaja puede influir en su salud mental. El estrés crónico, la exposición a eventos traumáticos, la falta de apoyo social, la pobreza, el abuso o la violencia pueden desencadenar o exacerbar problemas de salud mental.
  • Factores socio-culturales: las normas sociales, los valores culturales y las expectativas de la sociedad pueden afectar la salud mental de las personas. Tener una red de apoyo potente con relaciones sólidas supone un factor protector ante problemas de salud mental.

Es importante recordar que la salud mental es el resultado de una interacción compleja entre estos factores y muchos otros. No todas las personas con factores predisponentes desarrollarán problemas de salud mental, y muchas personas sin estos factores también pueden experimentar trastornos mentales.

El impacto del ambiente laboral en la salud mental

Pasamos una parte significativa de nuestras vidas en el entorno laboral y las condiciones en las que desempeñamos nuestro trabajo pueden tener un impacto profundo en nuestra salud mental.

Un ambiente laboral positivo y de apoyo puede promover la salud mental al proporcionar un sentido de satisfacción laboral y conexión social. Sin embargo, cuando el ambiente laboral se vuelve tóxico o estresante, puede tener efectos adversos en la salud mental de los empleados.

El estrés laboral es uno de los problemas más comunes que afectan la salud mental en el trabajo. Las altas demandas laborales, los plazos ajustados, la presión por el rendimiento y los conflictos interpersonales pueden contribuir al estrés crónico. En esta línea, cada vez más conocido es el síndrome de burnout o “trabajador quemado”, cada vez más prevalente en los entornos laborales modernos, y que se caracteriza por una sensación de agotamiento físico, emocional y mental debido a un periodo de estrés prolongado en el trabajo. Este síndrome puede manifestarse a través de síntomas físicos como fatiga crónica, dolores de cabeza o problemas gastrointestinales, así como síntomas emocionales como irritabilidad, ansiedad o depresión.

El acoso laboral o mobbing es otro problema grave que puede surgir en el ambiente laboral y tener un impacto devastador en la salud mental de los trabajadores. El acoso puede manifestarse de diversas formas, como el hostigamiento verbal, la exclusión social o la intimidación, y puede generar sentimientos de miedo, impotencia y baja autoestima en las víctimas.

Es fundamental que los empleadores reconozcan la importancia de crear un ambiente laboral saludable y de apoyo. Esto implica fomentar una cultura organizacional que valore el bienestar de los empleados, promueva la comunicación abierta y la resolución de conflictos, y proporcione recursos y apoyo para abordar el estrés y otros problemas de salud mental que puedan surgir en el trabajo. De esta forma, las organizaciones podrían mejorar el bienestar de sus empleados y contribuir a un entorno laboral más productivo, positivo y satisfactorio para todos.

Nutrición, ejercicio físico y su influencia en la psique

La nutrición y el ejercicio físico son pilares fundamentales para mantener una buena salud mental. Ambos aspectos juegan un papel crucial en el bienestar emocional y psicológico de las personas, y pueden tener un impacto significativo en la prevención y el tratamiento de problemas de salud mental.

En lo que respecta a la nutrición, los alimentos que consumimos pueden afectar directamente nuestro estado de ánimo, energía y función cognitiva. Por ejemplo, algunos estudios han demostrado que una dieta rica en frutas, verduras, pescado, frutos secos y aceites saludables puede reducir el riesgo de depresión y ansiedad (Harvard Health Publishing, 2015).

Por otro lado, el consumo excesivo de alimentos procesados, azúcares refinados y grasas saturadas se ha asociado con un mayor riesgo de trastornos del estado de ánimo y ansiedad (Jacka y cols., 2010). Además, el “comer emocional”, es decir, comer en respuesta al estrés, la tristeza o la ansiedad, puede conducir a patrones alimentarios poco saludables y aumenta el riesgo de sufrir problemas de salud mental a largo plazo.

Estudios como el de la revista «Molecular Psychiatry» (2009), avalan la influencia de la nutrición en la salud mental. En este estudio se encontró que una dieta mediterránea, caracterizada por un alto consumo de frutas, verduras, pescado y aceite de oliva, estaba asociada con un menor riesgo de depresión en adultos mayores. Además, la investigación ha demostrado que ciertos nutrientes, como el ácido fólico, la vitamina B12 y los ácidos grasos omega-3, pueden desempeñar un papel importante en el mantenimiento de la salud mental.

Por otra parte, el ejercicio físico regular ayuda a reducir el estrés, mejorar el estado de ánimo, aumentar la autoestima y promover un sueño más reparador (Mammen & Faulkner, 2013). Además, durante la actividad física se liberan endorfinas, neurotransmisores que actúan como analgésicos naturales y generadores de sensaciones de bienestar.

Un metaanálisis publicado en la revista «The Lancet Psychiatry» (2018) encontró que el ejercicio físico regular estaba asociado con una reducción significativa en los síntomas de la depresión en adultos. Además, la investigación ha demostrado que el ejercicio aeróbico puede ser tan efectivo como la terapia con medicamentos antidepresivos en el tratamiento de la depresión leve a moderada.

En resumen, tanto la nutrición como el ejercicio físico desempeñan un papel crucial en la promoción de la salud mental. Adoptar hábitos alimenticios saludables y mantenerse activo físicamente pueden ayudar a reducir el riesgo de problemas de salud mental y mejorar el bienestar emocional y psicológico en general.

Redes sociales y salud mental

Cómo afectan las redes sociales a la salud mental

El impacto de las redes sociales en la salud mental es un tema de creciente preocupación en la sociedad moderna. Si bien las redes sociales pueden ofrecer numerosos beneficios, como la conexión inmediata con amigos y familiares, el acceso a información y la creación de comunidades en línea, también pueden tener efectos negativos en la salud mental de las personas.

Como seres humanos, nuestra tendencia biológica es la comparación con el otro, pero con la llegada de las redes sociales esta comparación se ha llevado al extremo. Además, han aparecido las figuras de los “influencers”, que han capturado la atención y admiración de millones de personas. Su éxito radica en la ilusión de proximidad y accesibilidad que proyectan. Es esa sensación de familiaridad la que atrae al público y genera un vínculo que hace que las personas confíen en sus recomendaciones y sigan sus consejos. Muestran un estilo de vida que aparenta ser alcanzable para cualquiera, vendiendo la idea de que siguiendo sus pasos se puede conseguir lo que ellos tienen. Sin embargo, esa aparente cercanía, en la mayoría de los casos, suele ser una construcción cuidadosamente elaborada y que omite los aspectos menos deseables de sus vidas. Muchas personas acaban midiendo su propio éxito y valía en función de los estándares que se establecen en las redes sociales, lo que puede contribuir al desarrollo de problemas como la baja autoestima, la depresión y la ansiedad. Es fundamental que como usuarios seamos conscientes de los límites entre la realidad y la ficción que nos presentan estos personajes digitales, y que aprendamos a consumir su contenido de manera crítica y reflexiva.

Según diferentes estudios, como el realizado por Fardouly et al. (2015), el uso excesivo de las redes sociales, especialmente entre los jóvenes, puede tener un impacto negativo en la autoimagen y la percepción del propio cuerpo. La exposición constante a imágenes retocadas y estándares de belleza poco realistas puede llevar a la insatisfacción corporal, el desarrollo de trastornos alimentarios y la preocupación excesiva por la apariencia física.

Por otro lado, las redes sociales, a pesar de su capacidad para conectar personas, también pueden contribuir al aislamiento social. Muchas personas pasan gran parte de su día en línea y tienen cada vez menos interacciones cara a cara, que son las que nos proporcionan más beneficios para nuestro bienestar.

Otra de las realidades de las redes sociales es el papel que juegan a día de hoy en el acoso. Las redes sociales, en su naturaleza de conectividad y comunicación instantánea, han ampliado el alcance y la intensidad del acoso en línea, convirtiéndose en una herramienta poderosa para perpetrar este tipo de comportamiento. El acoso en línea, también conocido como ciberacoso, se manifiesta de diversas formas, desde insultos y difamaciones hasta la divulgación de información privada y hostigamiento constante a través de plataformas digitales con todas las repercusiones que esto puede tener para las víctimas. Además, la naturaleza aparentemente anónima de las redes sociales puede fomentar un sentido de impunidad entre los acosadores, quienes pueden sentirse protegidos por el anonimato y actuar sin temor a las consecuencias.

Es importante reconocer que el acoso en redes sociales no solo afecta a las víctimas directas, sino que también tiene un impacto en la sociedad en su conjunto fomentando una cultura de odio y violencia en línea que va en contra de los valores de la empatía, el respeto y la tolerancia.

Además, el uso compulsivo de las redes sociales puede convertirse en una forma de adicción digital que puede llegar a interferir con las responsabilidades laborales, académicas y sociales y tener un impacto negativo en la salud mental y bienestar general.

En resumen, si bien las redes sociales pueden ser una herramienta poderosa para la conexión y la comunicación, es importante utilizarlas de manera consciente y respetuosa. Es relevante poder establecer límites en el tiempo de pantallas, practicar el autocuidado digital y cultivar relaciones significativas fuera del mundo virtual para mitigar los posibles efectos negativos sobre la salud mental.

Mejorando la Salud Mental

A continuación, exploraremos una serie de hábitos diarios diseñados para fomentar una mente saludable, así como estrategias efectivas para la prevención y cuidado de la salud mental.

Hábitos diarios para fomentar una mente saludable

Cuidar nuestra salud mental en el día a día es fundamental para nuestro bienestar general y, aunque pueda parecer complicado, en realidad son pequeñas acciones o hábitos diarios los que pueden marcar la diferencia. Algunos hábitos diarios que pueden fomentar una mente saludable son:

  • Mantener una rutina de sueño: dormir lo suficiente y tener una rutina de sueño regular puede mejorar el estado de ánimo, la concentración y la capacidad para manejar el estrés.
  • Ejercicio físico regular: la actividad física regular no solo beneficia el cuerpo, sino también la mente. El ejercicio puede ayudar a reducir el estrés, mejorar el estado de ánimo y promover una sensación de bienestar general.
  • Mantener una dieta saludable: una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, cereales, proteínas magras y grasas saludables puede proporcionar los nutrientes necesarios para el cerebro y promover una buena salud mental.
  • Limitar el consumo de sustancias: evitar el consumo excesivo de alcohol y de drogas recreativas puede ayudar a prevenir problemas de salud mental y mantener un estado de ánimo equilibrado.
  • Construir una red de apoyo social: esforzarse por mantener conexiones sociales significativas con amigos, familiares y seres queridos puede proporcionar un sistema de apoyo sólido durante momentos difíciles y promover el bienestar emocional.

Incorporar estos hábitos en la rutina diaria puede ayudar a promover una mente saludable y prevenir problemas de salud mental a largo plazo.

Estrategias efectivas para la prevención y el cuidado

Adoptar un enfoque preventivo implica identificar y abordar posibles factores de riesgo antes de que se conviertan en problemas graves. Algunas estrategias efectivas para fortalecer los recursos internos y externos que protegen nuestra salud mental serían:

  • Educación y concienciación: cuanto más sepamos sobre salud mental, mejor equipados estaremos para identificar problemas y ser capaces de buscar ayuda cuando sea necesario. Además, la educación en estas cuestiones debe comenzar desde edades tempranas enseñando habilidades de regulación emocional y resolución de conflictos y reduciendo el estigma asociado a los problemas de salud mental.
  • Establecer límites saludables: aprender a decir «no» cuando sea necesario y establecer límites claros en las relaciones personales y laborales puede ayudar a reducir el estrés y mejorar el equilibrio emocional.
  • Practicar el autocuidado: tomarse tiempo para cuidar de uno mismo, realizar actividades satisfactorias y descansar cuando sea necesario es esencial para mantener una mente saludable.

La prevención en salud mental no solo implica la adopción de hábitos saludables y el fortalecimiento de recursos personales, sino también la creación de entornos sociales y culturales que promuevan el bienestar psicológico. Solo mediante un enfoque integral y proactivo podemos construir una sociedad más saludable y equilibrada emocionalmente.

Salud mental en la pareja

Las relaciones de pareja pueden ser fuente de apoyo emocional y por tanto actuar como factor protector ante las adversidades. Por este motivo, cuidar la salud mental en pareja es un aspecto crucial para el bienestar emocional y la calidad de vida de ambos miembros.

La salud mental en la pareja se refleja en la calidad de la comunicación, la empatía y la capacidad de resolver conflictos de manera constructiva. Un aspecto fundamental de este tipo de relaciones es la formación de un espacio de confianza y comprensión, donde cada miembro se sienta seguro para expresar sus emociones y necesidades sin temor al juicio o la crítica.

La gestión del estrés y las tensiones externas también juega un papel crucial en la salud mental de la pareja. El apoyo mutuo en tiempos de dificultad, el establecimiento de rutinas de cuidado personal y la búsqueda de momentos de ocio y recreación compartidos pueden ayudar a fortalecer el vínculo y afrontar los desafíos de manera más efectiva.

Asimismo, es importante estar atentos a posibles señales de alerta que indiquen la presencia de problemas de salud mental en alguno de los miembros de la pareja. Algunos de los problemas más frecuentes que suelen aparecer en las relaciones de pareja son: los conflictos y discusiones recurrentes, las dificultades a la hora de comunicarse, la falta de conexión emocional, los problemas en el ámbito sexual, la superación de alguna infidelidad, la gestión de los celos y la desconfianza y las dificultades relacionadas con la crianza de los hijos.

El apoyo emocional y la búsqueda de ayuda profesional son pasos fundamentales en la prevención y tratamiento de trastornos como la ansiedad, la depresión o los problemas de autoestima. No obstante, la salud mental en la pareja no se limita solo a la prevención y la intervención en crisis, sino que también implica cultivar la intimidad emocional, el afecto y el compromiso mutuo a lo largo del tiempo.

Salud mental en la familia

El entorno familiar desempeña un papel fundamental en el bienestar mental de todos sus miembros. Un ambiente familiar cálido y comprensivo puede ser un amortiguador poderoso contra el estrés y los desafíos de la vida. Las familias actúan como un microsistema en el que los problemas emocionales, comunicativos o relacionales no existen de forma aislada, sino que son influenciados por las dinámicas e interacciones existentes dentro de este.

Algunos de los desafíos más comunes que pueden aparecer en el sistema familiar son: las dificultades para establecer vínculos entre algunos miembros, la existencia de una comunicación deficiente o problemática y/o el afrontamiento de cambios relevantes o periodos de crisis.

Una base sólida de apoyo emocional dentro de la familia es esencial para la salud mental familiar y de todos sus miembros. Esto implica crear un ambiente donde todos se sientan seguros para expresar sus emociones y preocupaciones, sin miedo al juicio o la crítica.

Los conflictos son inevitables en cualquier familia, pero la forma en que se abordan puede tener un gran impacto en la salud mental de sus miembros. Es importante desarrollar habilidades de comunicación efectivas y resolución de problemas para manejar los desacuerdos de manera constructiva. Además, durante momentos de crisis, como la pérdida de un ser querido o dificultades financieras, buscar apoyo profesional puede ayudar a mitigar el estrés y fortalecer la resiliencia familiar.

salud mental que es

Criar con salud mental

Criar con salud mental implica cultivar un ambiente familiar que fomente el amor, la comunicación abierta, el respeto y la aceptación. Para conseguir esto existen algunas estrategias o pautas que conviene tener en cuenta:

  • El autoconocimiento permite a los padres comprender sus propias emociones, pensamientos y comportamientos. Si los padres son conscientes de sus propias emociones y cómo estas influyen en su comportamiento, podrán manejarlas de manera más efectiva y transmitir a sus hijos esas habilidades de forma más ajustada.
  • El autocuidado de los progenitores es esencial para que se encuentren en un estado óptimo para atender las necesidades emocionales y físicas de sus hijos. El agotamiento físico y emocional puede afectar negativamente la capacidad de los padres para ser pacientes, comprensivos y receptivos hacia sus hijos. Cuando los padres se cuidan a sí mismos, están en una mejor posición para generar un ambiente familiar positivo.
  • Redes de apoyo. Importancia de contar con una red de apoyo sólida, que puede incluir a la pareja, familiares, amigos u otros padres en situaciones similares para aliviar el estrés y la carga emocional de la crianza.
  • Modelado de comportamientos saludables. Los padres actúan como figura de referencia aún para sus hijos aún cuando no lo están pretendiendo, por lo que es importante modelar comportamientos saludables que incluyan el manejo efectivo del estrés, la resolución de problemas, la comunicación asertiva y el autocuidado.
  • Flexibilidad y adaptabilidad. El reto de criar con salud mental implica tener una gran capacidad de flexibilidad y adaptabilidad a los desafíos y cambios que surgen en la crianza. Se trata de un proceso en constante evolución que requiere de ajustes periódicos.
  • Límites claros. Los límites en nuestras relaciones nos aportan seguridad y predictibilidad por lo que no tenemos que verlos como algo malo o restrictivo, sino como una forma de cuidar nuestro entorno familiar.

Estos son algunos puntos que conviene tener en cuenta a la hora de criar con salud mental, sin embargo, en ocasiones surgen dificultades para las que quizás no tenemos todas las herramientas, por lo que, en estos casos, es importante buscar ayuda profesional.

Problemas de Salud Mental

En este apartado, exploraremos los desafíos relacionados con la salud mental, centrándonos en la identificación y manejo de trastornos mentales, así como en la importancia de utilizar herramientas de evaluación adecuadas.

Identificación y manejo de trastornos mentales

La detección temprana de los trastornos mentales es crucial para abordar eficazmente los desafíos de la salud mental. Reconocer los signos y síntomas anticipatorios puede favorecer la intervención antes de que los problemas se agraven. Pero ¿Cuáles podrían ser esas señales de alarma que nos hacen pensar que algo no va bien?

  • Cambios en el estado de ánimo: oscilaciones drásticas en el estado de ánimo, como períodos prolongados de tristeza, irritabilidad extrema o euforia desproporcionada, pueden ser indicativos del desarrollo de una patología mental.
  • Cambios en el comportamiento: alteraciones significativas en los patrones de comportamiento, como la pérdida de interés en actividades que antes eran placenteras, aumento del aislamiento social, cambios en los hábitos alimenticios o de sueño, pueden sugerir la presencia de un trastorno mental.
  • Síntomas físicos inexplicables: dolores crónicos, problemas gastrointestinales recurrentes o dolores de cabeza persistentes que no tienen una causa médica clara podrían estar relacionados con la salud mental.
  • Dificultades cognitivas: problemas de concentración, memoria o toma de decisiones que interfieren significativamente en la vida diaria pueden ser señales de algunos trastornos mentales.
  • Cambios en el rendimiento académico o laboral: disminución en el rendimiento escolar o laboral, dificultades para cumplir con responsabilidades o mantener relaciones interpersonales pueden ser indicativos de un problema subyacente de salud mental.

Es fundamental tener en cuenta que estas señales deben ser evaluadas en el contexto particular de cada persona y considerarse meramente como posibles indicadores de patología mental. También es muy relevante descartar posibles causas orgánicas o biológicas subyacentes que puedan estar contribuyendo a los síntomas antes de llegar a conclusiones definitivas.

Si se identifican estos signos o se tiene alguna preocupación acerca de la salud mental, es importante buscar ayuda profesional. Un médico de atención primaria o un profesional de la salud mental, como un psicólogo o psiquiatra, pueden realizar una evaluación exhaustiva y proporcionar orientación sobre el manejo adecuado de los trastornos mentales.

Test de Salud Mental: Herramientas de evaluación

Los test de salud mental son herramientas de evaluación para ayudar en el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de los trastornos mentales y emocionales. Estos test pueden ser autoinformados (el individuo responde a preguntas sobre sí mismo), administrados por un profesional de la salud mental (el profesional guía al individuo a través de la prueba y registra las respuestas) o una combinación de ambos métodos.

Algunos de los test o pruebas más utilizadas en España como herramientas de evaluación en salud mental incluyen:

  • Escala de Evaluación de la Salud Mental (MHAS): se utiliza para evaluar la salud mental en general y detectar la presencia de posibles trastornos mentales.
  • Escala de Depresión de Beck (BDI) e Inventario de Depresión de Hamilton (HAM-A): son escalas para evaluar la gravedad de los síntomas depresivos.
  • Inventario de Ansiedad de Beck (BAI) e Inventario de Depresión de Hamilton (HAM-A): inventarios comúnmente empleados para medir la ansiedad en adultos.
  • Inventario de Ansiedad Estado-Rasgo (STAI): es una medida de autoinforme de la ansiedad en adultos.
  • Escala de Evaluación de la Conducta Infantil (CBCL): sirve para evaluar problemas emocionales y de comportamiento en niños y adolescentes.
  • Escala de Evaluación de la Conducta de los Niños (CARS): utilizada para evaluar trastornos del espectro autista en niños.
  • Inventario Multifásico de la Personalidad de Minnesota (MMPI): empleado por algunos profesionales para evaluar trastornos de personalidad y otros problemas psicológicos en adultos.

Además de los test de salud mental, existen otras herramientas de evaluación empleadas en psicología, como:

  • Entrevistas clínicas: son conversaciones estructuradas o semiestructuradas entre un profesional de la salud mental y el individuo, diseñadas para recopilar información detallada sobre la historia clínica, los síntomas actuales y los factores contextuales relevantes.
  • Observación conductual: esta herramienta implica observar el comportamiento del individuo en diferentes entornos para obtener información sobre sus patrones de conducta, interacciones sociales y respuestas a situaciones específicas.

Estigmatización de la salud mental

El estigma en torno a la salud mental ha sido durante mucho tiempo una barrera significativa para aquellos que buscaban ayuda y apoyo. Históricamente, las actitudes hacia los trastornos mentales estaban marcadas por el miedo, la ignorancia y la discriminación. Las personas que experimentaban problemas de salud mental eran frecuentemente estigmatizadas, etiquetadas como «locas» o «débiles» y marginadas de la sociedad.

Afortunadamente, en las últimas décadas, ha habido un cambio gradual en la forma en que la sociedad percibe y aborda la salud mental. Se ha reconocido cada vez más que los trastornos mentales son condiciones médicas legítimas que requieren atención y tratamiento adecuados, al igual que cualquier otra enfermedad física. Se han implementado campañas de concienciación y educación para desafiar los estereotipos y mitos comunes sobre la salud mental, y para fomentar la comprensión y la empatía hacia quienes la experimentan.

A pesar de estos avances, el estigma en torno a la salud mental sigue siendo una realidad persistente. Muchas personas aún enfrentan discriminación y prejuicios en el trabajo, en la escuela y en su vida cotidiana debido a su condición mental. Esto puede dificultar que las personas busquen tratamiento y apoyo, lo que puede tener graves consecuencias para su bienestar y su calidad de vida.

Aunque queda mucho trabajo por hacer, el progreso realizado hasta ahora es alentador.

Salud Mental y Género

Cuando hablamos de género, nos referimos a las características, los roles y las expectativas socialmente construidas y culturalmente definidas que una sociedad atribuye a las personas en función de su identidad percibida. A diferencia del sexo biológico, el género es una construcción social que puede variar según el contexto cultural.

Las expectativas sociales vinculadas al género pueden desempeñar un papel significativo en la salud mental de las personas. Estas expectativas pueden generar presión para cumplir ciertos roles asociados al género. Por ejemplo, se espera que los hombres sean fuertes, valientes y emocionalmente reservados, mientras que se espera que las mujeres sean cuidadoras, compasivas y emocionalmente expresivas. Cuando las personas no se ajustan a estas expectativas, pueden enfrentar estigma social, rechazo o discriminación.

Estas expectativas también pueden influir en el acceso y la utilización de servicios de salud mental. Por ejemplo, los hombres pueden ser menos propensos a buscar ayuda profesional debido a las expectativas sociales que los instan a ser autosuficientes y a no mostrar vulnerabilidad emocional. Además, existe una percepción errónea de que las enfermedades mentales son más comunes en las mujeres o son signos de debilidad en los hombres.

El ideal de belleza también puede impactar en la autoestima y la identidad. Por ejemplo, las mujeres que no se ajustan a los estándares de belleza pueden experimentar baja autoestima y autoconcepto negativo, lo que puede contribuir a trastornos alimentarios o depresión. Del mismo modo, los hombres que no cumplen con las expectativas tradicionales de masculinidad y buena forma física pueden experimentar conflicto interno y estrés emocional.

Las experiencias de discriminación, marginación o violencia basada en el género son lamentablemente comunes para muchas personas, lo que puede tener un impacto significativo en su salud mental y bienestar. Reconocer y cuestionar las normas de género dominantes es fundamental para promover la igualdad, la inclusión y el respeto hacia todas las personas, independientemente de su identidad de género.

Colores de la Salud Mental: Interpretaciones culturales y simbología

La cultura en la que vivemos inmersa está estrechamente vinculada a nuestra concepción sobre la salud mental y al tipo de patologías que desarrollamos. Las creencias, valores, prácticas y normas culturales influyen en la forma en que las personas comprendemos y experimentamos el mundo.

La cultura puede determinar qué se considera normal o anormal en términos de comportamiento y emociones, así como las formas aceptables de expresar y manejar el sufrimiento psicológico. De hecho, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) incluye como criterio diagnóstico que los síntomas sean inconsistentes con las expectativas culturales para considerar un trastorno mental.

Desde nuestra perspectiva occidental tendemos a adoptar un enfoque médico y científico hacia la salud mental, considerando los trastornos mentales como condiciones biológicas y psicológicas que pueden ser diagnosticadas y tratadas a través de intervenciones médicas y terapéuticas. Existe un énfasis en la individualidad a la hora de entender y abordar la patología mental y se fomenta la idea de la autosuficiencia.

La perspectiva oriental, por el contrario, adopta un enfoque más holístico de la salud mental considerando la interconexión entre el cuerpo, la mente y el espíritu. Se enfatiza el papel de la comunidad y la familia en el mantenimiento de la salud mental y las problemáticas de esta índole se abordan de forma más comunitaria y no como algo que afecta únicamente al individuo.

Preguntas frecuentes sobre la salud mental

¿Qué puedo hacer para cuidar mi salud mental?

La palabra clave es autocuidado y aquí podemos incluir todo aquello que te haga bien (mientras no suponga un perjuicio para los demás): establecer límites saludables en tus relaciones, mantener una rutina de sueño regular, cuidar tu alimentación y tu cuerpo, tener una red social de apoyo y buscar apoyo profesional cuando lo necesites.

¿Cuáles son las características de una persona con buena salud mental?

Una persona con buena salud mental suele tener un sentido positivo de sí misma y de los demás, es capaz de manejar de forma efectiva el estrés y las adversidades, mantiene relaciones interpersonales satisfactorias, tiene capacidad para tomar decisiones y resolver problemas de manera adaptativa y mantiene un equilibrio entre trabajo, ocio y descanso.

¿Cuándo debo preocuparme por mi salud mental?

La respuesta es SIEMPRE. Al igual que en la patología física, la prevención es la mejor medicina. Sin embargo, debes preocuparte de forma más concreta cuando experimentas cambios significativos en tu estado de ánimo, comportamiento o funcionamiento diario que interfieren con tu calidad de vida. No esperes a que los problemas se agraven; busca apoyo tan pronto como sientas que tu bienestar emocional está comprometido.

Recursos e Información sobre Salud Mental

En el contexto actual, donde la salud mental se ha convertido en una prioridad global, acceder a recursos e información confiables es esencial para promover el bienestar emocional. En este apartado, exploraremos una variedad de recursos disponibles, desde libros educativos y podcast hasta derechos fundamentales relacionados con la salud mental.

Libros y podcast sobre Salud Mental

La literatura es una herramienta valiosa para comprender y mejorar nuestro bienestar. Algunos títulos interesantes que no solo ofrecen conocimientos fundamentales sobre psicología y salud mental, sino que también proporcionan consejos prácticos son:

  • “La trampa de la felicidad. Deja de sufrir, comienza a vivir” de Russ Harris (2013) es un libro basado en los principios de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) en el que se presentan estrategias prácticas y ejercicios para ayudar a superar distintos obstáculos mentales.
  • “Cómo hacer que te pasen cosas buenas” de Marian Rojas Estapé (2018) es un libro que ofrece una perspectiva positiva sobre el bienestar emocional y la felicidad a través de consejos prácticos, herramientas para gestionar el estrés y mejorar las relaciones interpersonales.
  • “Me quiero, Te quiero. Una guía para desarrollar relaciones sanas (y mejorar las que ya tienes)” de María Esclapez (2021) es un libro que aporta una guía práctica para mejorar las relaciones interpersonales y desarrollar relaciones más sanas y satisfactorias a través de consejos y herramientas basadas en la comunicación efectiva de emociones y necesidades y el establecimiento de límites saludables.
  • “Tus zonas erróneas: Guía para combatir las causas de la infelicidad” de Wayne W. Dyer (2015) es un libro en el que se exploran las causas de la infelicidad y se ofrecen estrategias para superar los pensamientos y comportamientos negativos que nos impiden alcanzar la felicidad y el éxito en la vida.
  • “El arte de no amargarse la vida” de Rafael Santandreu (2010) es un libro que ofrece consejos prácticos y herramientas basadas en la psicología cognitiva para ayudar a desarrollar una mentalidad más positiva y resiliente.

Por otro lado, en enero de este año, 2024, tuve la oportunidad de participar en un episodio de Impacientes Podcast sobre salud mental en el que abordamos temas muy interesantes como: qué implica tener una buena salud mental, por qué están aumentando los trastornos de salud mental, cuál es el papel de las redes sociales en esto, en qué consiste la depresión, qué es la rumia y cómo funciona y si debemos creernos o no todo lo que pensamos.

Ley de Salud Mental y Derechos

En España, la legislación relacionada con la salud mental abarca varias leyes y disposiciones que protegen los derechos de las personas con trastornos mentales y regulan la prestación de servicios de salud mental. A continuación, se destacan algunas de las leyes más relevantes en este ámbito:

  • Ley 33/2011, de 4 de octubre, General de Salud Pública: esta ley establece los principios y disposiciones generales en materia de salud pública en España, incluidos los aspectos relacionados con la promoción de la salud mental y la prevención de los trastornos mentales.
  • Ley 41/2002, de 14 de noviembre, Básica Reguladora de la Autonomía del Paciente y de Derechos y Obligaciones en Materia de Información y Documentación Clínica: esta ley garantiza los derechos de los pacientes, incluidos aquellos que reciben tratamiento para trastornos mentales. Establece el derecho a recibir información adecuada sobre su salud, el consentimiento informado para los tratamientos y la confidencialidad de la información médica.
  • Ley 45/1999, de 29 de noviembre, sobre el Uso de Medios Electrónicos en el Sistema Nacional de Salud: esta ley regula el uso de tecnologías de la información y la comunicación en el ámbito de la salud, lo que incluye aspectos relevantes para la gestión de la información de pacientes con trastornos mentales.
  • Ley 16/2003, de 28 de mayo, de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud: esta ley establece los principios generales del sistema de salud en España y aborda aspectos relacionados con la atención integral de la salud, lo que también incluye la atención a los trastornos mentales.

Además de estas leyes generales, existen disposiciones específicas en las diferentes comunidades autónomas que complementan la legislación nacional y regulan aspectos más detallados de la atención en salud mental, la protección de los derechos de los pacientes y la organización de los servicios de salud mental a nivel regional.

Conclusiones

El concepto de salud mental recibe diferentes definiciones en función de los aspectos que se tienen en cuenta, pero lo que parece claro con la definición que nos ofrece la OMS es que el papel del individuo en su propia salud mental debe ser un papel activo y que la salud mental no solo implica la ausencia de patología, sino que es mucho más: tener una percepción positiva de uno mismo y de los demás, desarrollar herramientas para afrontar las tensiones vitales, establecer relaciones interpersonales satisfactorias y tener habilidades de regulación emocional.

La salud mental es un aspecto fundamental de nuestro bienestar a lo largo de todas las etapas de la vida. Desde la infancia hasta la vejez, enfrentamos una variedad de desafíos y experiencias que pueden impactar nuestra salud emocional. También es un aspecto de especial importancia durante el periodo perinatal, donde aumenta la morbilidad psicológica de forma exponencial.

De forma general, los factores que impactan nuestra salud mental son diversos: factores biológicos, factores ambientales, factores de estilo de vida y factores socio-culturales. Si bien es cierto, sobre algunos de ellos no tenemos mucho margen de acción, pero existen otros sobre los que sí que podemos actuar porque están más relacionados con nuestro estilo de vida, como pueden ser la nutrición y el ejercicio físico. Además, existen ciertos hábitos diarios y estrategias que podemos adoptar para mejorar nuestra salud mental.

Hemos explorado también el impacto que tienen tanto las redes sociales como el ambiente laboral en nuestra salud mental y hemos abordado cuestiones de salud mental en pareja y en familia. Todo esto nos lleva a la reflexión de que, como seres sociales que somos, nuestras relaciones interpersonales influyen directamente en nuestro bienestar emocional.

Conocer algunos signos o señales de alarma que puedan darnos pistas de que quizás algo no anda bien es fundamental para poder solicitar ayuda en etapas tempranas y evitar que los problemas se cronifiquen.

Al abordar el estigma asociado a los trastornos mentales, el papel del género y la influencia de la cultura en la salud mental, hemos subrayado la importancia de promover una comprensión más amplia y empática de estos temas en nuestra sociedad.

Finalmente, se ofrecen algunos recursos útiles, como libros, podcasts y leyes que protegen nuestros derechos en materia de salud mental, proporcionando herramientas concretas para aquellos que buscan mejorar su bienestar emocional. En conjunto, estas reflexiones nos guían hacia un camino de mayor conciencia y acción en el cuidado de nuestra salud mental y emocional.

Referencias

 

Chekroud SR, Gueorguieva R, Zheutlin AB, Paulus M, Krumholz HM, Krystal JH, Chekroud AM. Association between physical exercise and mental health in 1·2 million individuals in the USA between 2011 and 2015: a cross-sectional study. Lancet Psychiatry. 2018 Sep;5(9):739-746.

Dyer, W. W. (2015). Tus zonas erróneas: Guía para combatir las causas de la infelicidad. Debolsillo.

Esclapez, M. (2021). Me quiero, Te quiero. Una guía para desarrollar relaciones sanas (y mejorar las que ya tienes). Espasa.

Fardouly, J., Diedrichs, P. C., Vartanian, L. R., & Halliwell, E. (2015). Social comparisons on social media: the impact of Facebook on young women’s body image concerns and mood. Body image, 13, 38-45.

Harris, R. (2013). La trampa de la felicidad: Deja de sufrir, comienza a vivir. Editorial Planeta.

Harvard Health Publishing. (2015, November 16). Nutrition and Mental Health. Harvard Health Blog.

Jacka FN, Mykletun A, Berk M, Bjelland I, Tell GS. Association of Western and Traditional Diets With Depression and Anxiety in Women. Am J Psychiatry. 2010 Mar;167(3):305-11.

Mammen G, Faulkner G. Physical activity and mental health: the association between exercise and mood. Health Psychology Research. 2013 Dec 31;1(2): e3.

Maslow, A. H. (1943). A theory of human motivation. Psychological Review, 50(4), 370-396.

Rojas Estapé, M. (2018). Cómo hacer que te pasen cosas buenas. Espasa.

Rogers, C. R. (1959). A theory of therapy, personality, and interpersonal relationships: As developed in the client-centered framework. In S. Koch (Ed.), Psychology: A study of a science (Vol. 3, pp. 184-256). McGraw-Hill.

Sánchez-Villegas A, Delgado-Rodríguez M, Alonso A, Schlatter J, Lahortiga F, Serra Majem L, Martínez-González MA. Dietary patterns and depressive symptoms in a Mediterranean country: The Seguimiento Universidad de Navarra (SUN) cohort. Mol Psychiatry. 2009 Oct;14(10):976-82.

Santandreu, R. (2010). El arte de no amargarse la vida. Grijalbo.

Seligman, M. E. P., & Csikszentmihalyi, M. (2000). Positive psychology: An introduction. American Psychologist, 55(1), 5-14.

Organización mundial de la salud (2004). Informe «Promoción de la Salud Mental: Conceptos, evidencia emergente”.

Escrito por...

psicologa en zaragoza

Laura Berdún Udina

Soy Psicóloga General Sanitaria y Orientadora Educativa, especializada en Intervención con Parejas y Trastornos Emocionales y de Conducta. Experta en Psicología Infantojuvenil y en Intervención en Autoestima. Comprometida y empática, mi dedicación al bienestar emocional me ha llevado al mundo de la divulgación en redes. En mi consulta privada trabajo tanto en terapia individual como familiar y de parejas. Además, colaboro con centros vinculados con la infancia, llevando mi experiencia a la intervención en edades tempranas.
Ir al contenido